Por: Dr. Federico Potočnik* para el Semanario Domovina | Adaptación: Redacción Sloveniacast | Foto: Domovina
Reabrimos la sala de covid en nuestro hospital esta semana. Este evento era de esperarse, pero lo aceptamos con rostros sombríos, cansados, casi hartos.
¿Qué significa abrir un departamento covid? En la práctica, funciona así: tenemos que desalojar la mitad de la sala de infecciones y dejar espacio para nuevos pacientes covid. Los pacientes con patología habitual deben ser divididos entre otras salas o enviados a casa. Esto prolonga los tiempos de espera y reduce las capacidades a nuestros compañeros internistas o cirujanos quienes ya están cansados de esta situación.
Tampoco estamos contentos en absoluto: queremos tratar a nuestros pacientes de infectología, pero aún tenemos que dejar espacio para una nueva e innecesaria ola de covid.
¿Innecesaria?
Así es, esta ola es innecesaria. La vacunación es segura, eficaz y gratuita. El tratamiento hospitalario lo necesitan casi exclusivamente (o absolutamente por encima del promedio) los no vacunados. Las personas vacunadas enferman significativamente menos y suelen tener un curso de enfermedad más llevadero, aunque por supuesto habrá algunas excepciones que terminarán en la unidad de cuidados intensivos; independientemente del desarrollo de la medicina moderna, la naturaleza ingeniosa a menudo está un paso por delante de nosotros.
Es un sentimiento difícil cuando, después de casi dos años de las primeras batallas, tenemos que volver a un estado de guerra por el egoísmo de los imprudentes. Aunque tratamos a todos con todo el cuidado que nos imponen nuestra propia conciencia y el juramento hipocrático, hoy en día hay menos empatía. Ya no se trata de que sea culpa de las abuelas de la casa de retiro, a quienes un nieto asintomático las contagió con el covid durante una visita, ahora se trata de los que niegan la existencia del virus, el que se opone a todas las vacunas, quien sólo se auto-testea superficialmente, o el que ve teorías de conspiración en las vacunas, donde Bill Gates nos soborna a todos.
“Es un sentimiento difícil cuando, después de casi dos años de las primeras batallas, tenemos que volver a un estado de guerra por el egoísmo de los imprudentes”. – Dr. Federico Potočnik
Sal y bilis
Que se echen sal (sic., Naj se gredo solit, expr. coloquial eslovena) todos los antivacuna, los no vacunados, los negacionistas de virus, los teóricos de la conspiración, los google-covidólogos y los opositores a las medidas que dificultan nuestro trabajo. Les “agradecí” en forma de un tweet, que fue resumido por [el diario] Slovenske Novice. ¿El resultado? 900+ comentarios. Fui a verlos por diversión… pero pronto dejó de ser divertido. La mayoría de los comentarios estaban en contra de la vacunación, realmente empedernidos, destilando bilis contra la vacunación.
Dejemos de lado sus “argumentos” que han sido negados un centenar de veces, eso es lo menos importante en este momento. Me sorprendió lo que todas las personas son capaces de escribir con su nombre y apellido. En algunos tweets la gente está acostumbrada a los escritos más extremos e insultantes de cuentas anónimas, pero aquí se trata de una exposición de todas las posibles patologías reprimidas ante conocidos, vecinos, familiares, compañeros e incluso ante toda Eslovenia.
Mi hermana me dijo una vez que si realmente quieres conocer a un hombre, mira su muro de Facebook. Y es verdad: allí se revela la ira y las frustraciones más profundas con el vocabulario más bilioso – no hay filtro en Facebook. Y oh ho ho! cuando lees eso, tienes claro que algo anda muy mal.
Desde hace varios meses, me agobia que el 85% de las personas en los Países Bajos ya estén vacunadas, mientras que en nuestro país este porcentaje ronda el 50%. Tenemos alrededor de una quinta parte de las personas que categóricamente no quieren vacunarse, lo que es una proporción bastante alta. ¿Qué tienen en común las naciones más civilizadas en este aspecto que nosotros no tenemos?
Desarrollo del sentido de responsabilidad personal
Me parece que con el covid hemos abierto una patología colectiva oculta entre los eslovenos, otra consecuencia del antiguo régimen: el poder excesivo del Estado, que no permite una libertad individual. Todo se decide en algún lugar de los ministerios, que luego emiten regularmente “instrucciones claras y precisas”, que todos seguimos con detalles extraños. Donde no hay libertad para que un individuo tome decisiones sobre sí mismo y su entorno, no se desarrolla la responsabilidad personal. La responsabilidad y la culpa por todo lo que sucede está en algún lugar lejano, más allá del alcance y la influencia del individuo, que eventualmente se vuelve dependiente de instrucciones claras y precisas cada vez. Un hombre así se vuelve débil y enojado: no es mi culpa que no decida nada, sino la culpa de Janša/Kučan, la culpa del ministerio, la culpa de los estadounidenses/Bruselas, la culpa de Bill Gates.
En esta aparente opresión, el individuo profundiza su pequeñez e insignificancia, si bien todos quieren ser escuchados, respetados y apreciados. Es precisamente entre los antivacuna donde se siente con fuerza la necesidad de ser reconocidos, de ser vistos y ser escuchados. Quieren ser parte de algo más grande que ellos mismos. Y cuando obtienen información que se supone que todos los infectólogos de este mundo deben pasar por alto y que acaban de encontrar en su búsqueda persistente en Google, se sienten importantes, dignos, parte de una élite ilustrada que sabe algo más. En cierto modo, así es como tratan sus complejos de inferioridad. Tiene sentido que se enojen cuando la realidad llama a su puerta. Desafortunadamente, algunos de ellos también se encuentran entre los profesionales de la salud.
Eppur si muove
Afortunadamente, la mayoría de las personas son normales. Y a pesar de todos los insultos, las diversas acusaciones… mañana también vendremos a trabajar. No obstante, mañana continuaremos en la primera y segunda línea de batalla. Mañana, al igual que hoy, haremos todo lo posible en esta profesión y misión para priorizarte lo antes posible. Para intentar conseguirte un análisis/exámen, como si lo pidiéramos para nuestros propios padres. Saltarnos el almuerzo cuando hay muchos en la sala de espera. Para escucharte a pesar de la falta de tiempo. Explicarte una vez más por qué vale la pena vacunarse. Para bromear algunas veces. Y para curarte, por eso viniste a nosotros.
Como suelo decir a los pacientes antes del alta: si nos necesitan, estamos aquí. Se aplica a todos: izquierda, derecha, arriba, abajo, vacunados y no vacunados. Porque sabes, después de todo, cuando se pone grave el asunto, ningún anti-vacuna hasta el momento, ha rechazado el tratamiento.
*El autor del artículo es el médico especialista en infectología Federico V. Potočnik, quien desempeña sus funciones en el Hospital General de Celje, Eslovenia.